La cromoterapia, o terapia del color, ha dado un salto del mundo clínico y terapéutico al diseño de interiores en 2025. Esta tendencia busca crear ambientes que no solo sean estéticamente armónicos, sino que además influyan positivamente en las emociones y el bienestar mental de las personas.

Los diseñadores están utilizando gamas cromáticas específicas según la función de cada espacio. En dormitorios, predominan los azules suaves y los verdes apagados que inducen al sueño y la relajación. En cocinas y comedores, se utilizan amarillos y naranjas para estimular la conversación y el apetito. En oficinas y espacios de trabajo, se apuesta por tonos como el verde salvia o el gris azulado, que favorecen la concentración sin provocar fatiga visual.

La cromoterapia también se aplica en combinación con la iluminación. Luces LED de espectro variable permiten cambiar el tono de la luz a lo largo del día, simulando la evolución del sol y adaptando el ambiente a las necesidades circadianas del cuerpo humano.

El diseño no solo considera los colores en paredes o mobiliario, sino también en textiles, arte mural, accesorios e incluso en los aromas asociados a cada tonalidad mediante difusores programables. El objetivo es crear entornos que acompañen emocionalmente a sus usuarios.

Esta tendencia se apoya en estudios de neurodiseño, que demuestran cómo ciertos colores pueden reducir el estrés, mejorar la productividad o aumentar la sensación de seguridad. En 2025, el diseño de interiores se convierte así en una herramienta de salud mental, transformando el espacio en una experiencia emocional cuidadosamente orquestada.